Pilar Ibáñez Luna (o Bárbara Luna, que es como le gusta que la llamen ahora) es una zaragozana de 70 años que hace 11 fue intervenida de un cáncer de mama. Empresaria del éxito en el mundo del deporte, la enfermedad, que le sorprendió tras un proceso de divorcio, desató todas sus ganas de vivir. En esta conversación con Clínica Harmonie recuerda todo el proceso y lanza un mensaje a las mujeres que se enfrenten con esta dolencia.

 

Cómo empezó todo

“En 2004, después de divorciarme y de pasar unos años bastante malos me puse a hacer gimnasia. Al poco tiempo empecé a notar dolor en un brazo, y tuve que hacer rehabilitación para recuperarme de esa lesión. Y un día, al ducharme, me encontré un bulto debajo de la axila. Fui al médico, el viernes me exploraron el bulto pero no apreciaron nada especial. El lunes regresé al hospital, no lo tenía claro, pero me dijeron lo mismo. Así que me marché a la Clínica Universitaria de Navarra, donde me hicieron un TAC y descubrieron que tenía un cáncer de mama en estadio III”.

 

 

La operación

La operaron se realizó al poco tiempo, en la sanidad pública, en Zaragoza. “Me sacaron veinticuatros ganglios linfáticos del pecho y del brazo derecho, pero no pudieron evidenciar el tumor primario. Los cirujanos me quitaron una cuarta parte del pecho, de la zona superior. Yo tenía el problema entre el pecho y el hombro. No me hice reconstrucción, entre otras cosas porque los médicos no sabían si tenían que volver a abrir”.

“Después vino la quimio y la radio, y los efectos secundarios fueron importantes, empezando por un cansancio bastante acusado. Pero salí adelante con la ayuda del tratamiento, del equipo médico y de mis ganas de vivir”.

 

El tratamiento

“Me dieron mucha quimio y me sentaba fatal. Cualquier cosa que comía sabía a hojalata. Pero todo se compensaba con el cariño y la atención del personal sanitario”.

“Me quedé calva, pero me encantó. No pasa nada: te pones un pañuelo o una peluca y te plantas el mundo por montera. Me puse gordita, producto de la medicación, pero te adaptas a lo que viene porque no hay otro remedio. De alguna forma también se vive una transformación interior. Yo no me veía tan enferma”.

“Pasé un año y pico de tratamiento y desde entonces revisiones cada tres meses. Y medicación que sigo tomando once años después”.

“Mi cáncer no es genético, aunque a mis hijas las hacen revisiones desde entonces”.

 

 

Cómo le cambió la vida

“El cáncer cambió mi vida por completo. Aprendí a valorar la importancia de todo. Me di cuenta de que no necesitaba muchas cosas. Pude permitirme dejar de trabajar y lo hice. He tenido la oportunidad de hacer un montón de viajes que hasta pasar la enfermedad no me había planteado. Quiero aprovechar el tiempo”.

“El personal sanitario. La atención y la relación fueron excelentes. Y el recuperar la familia y los amigos. Me había pasado la vida trabajando, y con la enfermedad pude disfrutar del cariño de mi entorno. Ha sido fantástico”.

 

Contacto con otros enfermos

“Ha sido muy bueno. Y de hecho he seguido colaborando en ayudar a otras mujeres que han pasado por la misma situación. Por ejemplo, relativizando muchas cosas, como lo del pelo. Hay algo que debe tenerse en cuenta cuando te diagnostican un cáncer: Si te encuentran una enfermedad rara, las posibilidades de sobrevivir son menores. La investigación en cáncer ha avanzado mucho. Les recomiendo que no se abandonen, que no dejen de comer, porque hay que estar fuerte para llevar los tratamientos”. 

 

A quienes se enfrentan por primera vez a la enfermedad, Pilar les dice “que piensen que han tenido suerte, porque podrían no habérselo detectado y el cáncer hubiera seguido evolucionando hasta que no tuviera la solución. El cáncer de mama se cura en un porcentaje muy importante de casos. Y a las chicas jóvenes que les quitan un pecho o los dos, se los vuelven a poner y quedan monísimas”.

 

 

Y un último consejo: “Que dejen de lado la tristeza. El estado de ánimo es fundamental para vivir”.

 

La batalla de Pilar / Bárbara continúa: En 2010 le detectaron otro tumor en el cuello. Y hace un año un cáncer de huesos. Por eso ella sigue luchando, y viajando. Desde que superó el cáncer de mama ha hecho trabajar a fondo a su pasaporte: China, Irán, Zanzíbar… son algunos de los destinos por los que ha paseado sus pelucas, pañuelos y sus ganas de vivir. En un par de semanas pone rumbo a Australia.

 

¡Buen viaje, luchadora!

Ignacio Coll

Periodista