Ahora que llega el verano es necesario tener en cuenta que un exceso de sol, un contacto directo con los químicos empleados en las piscinas, un mayor empleo de jabones e incluso el calor excesivo pueden tener efectos sobre nuestra piel, el órgano más expuesto y en contacto constante con el exterior.
Debido a la exposición directa al exterior, especialmente en verano la piel recibe el impacto de las radiaciones solares. Los daños inducidos por las radiaciones ultravioletas (RUV) son bien conocidos. Es difícil establecer un límite preciso entre los cambios cutáneos secundarios al paso del tiempo y los producidos por la agresión solar, ya que en general coexisten.
Las RUV producen cambios adicionales a los propios del envejecimiento, de índole estructural y funcional. La exposición solar acelera la pérdida degenerativa de las funciones cutáneas. El daño solar es mayor en las pieles más claras y en determinadas áreas como el dorso de las manos, la cara, el escote y la parte superior de la espalda.
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Los tratamientos
El tratamiento de los signos de envejecimiento radica principalmente en la fotoprotección como prevención primaria o secundaria. Los signos de fotoenvejecimiento pueden tratarse
con múltiples tratamientos, desde el punto de vista del dermatólogo: desde tratamientos tópicos activos como el ácido Retinoico, a más invasivos como peeling, lásers, rellenos, etc,…
Las lesiones premalignas deben destruirse y los carcinomas basocelulares y escamosos pueden tratarse con cirugía en los casos extensos, o con los métodos destructivos en las presentaciones más superficiales. En el caso del melanoma lo más importante es su diagnóstico precoz y la extirpación quirúrgica adecuada.
El agua y la piel
La excesiva exposición al agua mediante la ducha o el lavado con determinados jabones o el uso de piscinas con aguas demasiado cloradas puede producir una alteración
de nuestra barrera cutánea con la presencia de deshidratación y puede dar lugar a la aparición de diferentes problemas dermatógicos relacionados con la sequedad de la piel como puede ser el “eccsema asteatósico”.
También se pueden dar casos de “urticaria acuagénica” donde el contacto con el agua, a cualquier temperatura , da lugar a la aparición de una erupción pruriginosa que suele surgir con mayor frecuencia en la parte alta del cuerpo y que suele tener una duración de menos de una hora. Por eso los cuidados para hidratar, exfoliar y, especialmente, para proteger la piel del sol, serán de suma importancia en esta época del año.
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